Ignacio Manuel Altamirano publicó "Clemencia" en 1869 que se desarrollaba durante los años de la intervención, es decir, se refería a un periodo reciente para los mexicanos. En cambio, un año antes Vicente Riva Palacios había publicado "Martín Garatuza", que recreaba el mundo de la Colonia en el siglo XVII. La novela servía tanto para construir el pasado de los mexicanos, como para contar el propio tiempo, pero en ambos casos se trataba de explicar México, de dar sentido a la nación por medio de contarse a sí mismos. Así que no sólo los historiadores representaron el pasado de México, también lo hicieron los novelistas y lo hicieron de una manera más entretenida y para un público más amplio.
El gusto por la novela histórica se ha mantenido, así podemos ver que después de la Revolución se escribieron novelas que describían lo que habían sido estos años para la población como la de Rafael F. Muñoz, ¡Vámonos con Pancho Villa! (1931), o "Los de abajo" (1915) de Mariano Azuela.
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